Presentación libro
La Medida del Teide
Por Juan Tous Meliá
Día 14 de
diciembre de 2015.
El libro que se presenta es el resultado de varios años de investigación.
Mis contactos con el Teide se inician casi con mi llegada a las Islas el 2
de enero de 1964; preparé la primera subida al Pico en los primeros días de septiembre.
Mi viaje de novios, en 1966, se inició con la estancia en el Parador. Mis
hijos recuerdan con nostalgia las excursiones al Teide y los bocadillos a la
sombra de los pinos no autóctonos, ya desaparecidos, que nos protegían del sol.
Allí subí con mis hijas para que hicieran los primeros experimentos de cremas
para la protección solar, mi hija Luisa, de piel muy blanca y delicada, hizo de
conejillo de indias con las cremas que mi hija María José había formulado para
el Laboratorio Kosei que, hacía poco, había fundado con Juan Chico, su marido.
Fue en 2004 cuando inicié el presente
trabajo con motivo de impartir la conferencia “El Teide en la
cartografía del Siglo XVIII”, de la mano de Eustaquio Villalba, el 14 de
diciembre, dentro del ciclo El Teide en el siglo de la Ilustración, que se celebró los días 14 a 17 del citado mes y año, en la ermita de San Miguel, de San Cristóbal de La Laguna; trabajo que debía haber salido a la luz en 2005 antes de que fuera
declarado Patrimonio de la Humanidad el 28 de junio de 2007. No fue posible. Una serie de circunstancias lo impidió. Quizá la
más importante fue que me faltaba información para que tuviera el rigor que se debe
exigir a un tema tan conocido
como éste. El tiempo
transcurrido me ha permitido darle un nuevo enfoque
al trabajo, ampliando el horizonte del Teide para
dar cabida a su historia.
Esta circunstancia me
ha obligado a buscar un
nuevo título para el trabajo. Para darle ese nuevo enfoque
me
ha sido muy útil una nueva herramienta:
Internet. Al utilizar el buscador para localizar la palabra
«Teide», al momento aparecen
más de 6.600.000 resultados y, sin embargo, si la pregunta
es «La medida del Teide» sólo aparecía una vez y, precisamente, en un trabajo
que preparé el 28 de septiembre de 2001: Los
Jardines de Franchi y la medida del Teide. No tuve duda, ese sería el título principal de mi nuevo libro, al que he añadido
el subtítulo «Historia: descripciones, erupciones
y cartografía».
* * *
Mis primeras visitas al Teide fueron como artillero, realizando ejercicios
de tiro. Entonces descubrí por qué los
garbanzos quedaban duros, debido a que el agua no hervía a 100ºC sino alrededor
de 90º.
Mis primeros contactos científicos se iniciaron un 13 de febrero de 1997 de
la mano de José Montesinos y de un grupo de profesores de enseñanza secundaria
que visitaron el Museo de Almeyda; Montesinos, matemático, fue mi profesor de
Topología dentro de la licenciatura de Matemáticas, carrera que el estrés me
impidió terminar, pues finalmente opté por concluir la de Ciencias Químicas.
El Teide y las descripciones: Una de las primeras fue la de Próspero Casola que,
posiblemente, realizó en 1588. Una descripción curiosa por sus fuentes es la
que hicieron Verdun de la Crenne, Pingré y Borda en su viaje de 1771 y 1772, de
ella dicen que la guía para escribirla fue una “Relación Española”, sin duda,
la de Machado.
El Teide como gran Laboratorio Experimental para la
Ciencia:
· La medida. La
primera preocupación de los científicos fue medir su altura: Por trigonometría,
por nivelación y por barómetro/termómetro. Robert Boyle sugirió que podía
usarse el barómetro para medir la altura de las montañas. Era miembro de la Royal
Society de Londres, de ahí surge la anécdota de “Pesar el aire”. Después,
vinieron Feuillée, Hernández, Borda y Varela, etc.
· La geología, Humboldt,
Cordier, von Buch y Smith, Lyell,
Hartung, Fritsch y Reiss
· El clima: meteorología y
climatología: Edmund Halley, estudió los vientos alisios y los relacionó con
Canarias (1686) donde pudo recalar en 1678; William Ferrel (1856) Karl von
Fritsch (1864); Öhrwall y Hultcrantz estudiaron las nubes en 1884; Ralph
Abercromby en 1887.
· La Biología, y dentro de
ella La Ecología (Ernst Haeckel,
1867).
· La Astronomía, el primero fue Torriani que subió con un astrolabio; después quisieron
subir los franceses Varin y Deshayes (1682), pero no fueron autorizados. Como
científico, los primeros experimentos los realizó Piazzi Smyth en 1856.
· La Salud,
Alison, enfermo (1827-28), a la vez que se curó realizó experimentos con la
temperatura y la presión atmosférica. Otro gran estudioso fue Belcastel (1859)
con la intención de curar a su hija enferma y después el doctor William Marcet
(1878).
Anécdotas:
Carl August Bolle visitó las islas de noviembre de 1851 a 19 octubre de
1852 y de 26 de febrero de 1856 a finales de octubre. Se pateó las Cañadas y dio
a conocer “El sol de los Muertos”. En uno de sus escritos en un suelto decía: “Mucho bicho cría la tierra”
Esmeralda Cervantes [Clotilde Cerdá y Bosch] “Destapando unas botellas de
espumoso Champagne, bridamos por nuestra querida España” al amanecer del 4 de
agosto de 1880.
178 imágenes ilustran el libro, de las que 37 son en
color:
La primera, “Michael Arcángel veni in
adjutorium populo dei. Thenerife me fecit” Otras imágenes de gran valor
documental son: “La erupción de Garachico”, facilitada por Daniel Fernández
Galván. O, la medida idealizada de Borda, realizada con el enlace de las vistas
de Pierre Ozanne de “La Paz” y de los “Jardines de Franqui”. También son dignas
de destacar las imágenes de la erupción del Teide realizadas por Luis de la
Cruz, el 3 de julio de 1798.
El libro termina con una página en blanco, la 688, para colocar en ella la imagen
“Vista del Teidet” (errata incluida)
publicada en El Atlante de 1837, si
algún día aparece.
* * *
El prólogo del libro termina diciendo “para poder decir a los cuatro vientos que el
Teide mide:
3.715,583 m
A pesar de ser la
montaña más alta de España, el Teide no tiene ni hito, ni placa, pues ésta está
situada a 3707,250 metros es decir algo más de 8 m más baja. Mi propuesta es
que se construya un prisma cúbico con el hito reglamentario que tienen los
vértices geodésicos y, al ser históricamente el faro del Atlántico que guiaba a
los navegantes en la antigüedad,
iluminarlo con un gran LED alimentado con energía solar.
El libro fue presentado por los geógrafos Fernando Martín Galán y Eustaquio Villalba Moreno, el lunes 14 de diciembre de 2015, con asistencia de público.
De izquierda a derecha Eustaquio Villaba (presentador), Juan Tous (autor), Fernando Martín Galán (presentador) y Lázaro Sanchez-Pinto (preside) |
Se reproduce las dos intervenciones.
Primera intervención:
Primera intervención:
"LA
MEDIDA DEL TEIDE"
Por Fernando Martín
Galán, geógrafo
Buenas tardes Sras. y
Srs.:
Hoy 14 de diciembre de
2015, casi en el día de Santa Lucía, ha salido oficialmente a la luz un nuevo
libro de Juan Tous Meliá. Hoy procedemos a la botadura de este buque de Ciencia
y Cultura hacia el mar del público, deseando, por supuesto, que su
"extenso mensaje" viva una hermosa singladura por las aguas que habrá
de atravesar.
Hace 53 años, en 1962,
una mañana de julio muy luminosa me tope de sopetón con el Teide. Unos quince
muchachos de Gran Canaria y menores de 15 años contemplamos una mole descomunal
elevada hacia el cielo y rematada en un vértice delante de nuestros ojos. Jamás
había sentido nada igual, ni en directo ni por televisión, que en Canarias no
existía.
Tenía 14 años , formé
parte de una pequeña expedición de unos boys
scouts del colegio Corazón de María de
Las Palmas, con nuestro jefe el claretiano Claudio Riol, y que habíamos
tenido la ocurrencia casi temeraria —por nuestra inexperiencia— de hacer viaje
a TF para subir al Teide: por aquél entonces lo único que sabía era que se
trataba del pico más alto de España, sin ocuparme de si era con o sin la
Península.
Nuestra "entendida"
expedición, como aquellas otras que lo fueron de verdad y que están recogidas
en este libro, llegó al muelle de la Farola del Mar y directamente tomó rumbo en
dirección a la meta. Primero hasta el pueblo de La Esperanza en guaguas y desde
allí ya caminando, con mochilas muy cargadas y en mi caso con unas botas "Chirruca"
estrenándolas, hasta la base del Teide, lo que nos ocupó dos jornadas. ¡Y gracias
a los camiones de los pinocheros que, si no, chiquito desastre de expedición!
Con pena, yo fui la
única baja de los grancanarios porque el mal estado de mis pies me impedía el
ascenso, en mi compañía quedó otro expedicionario de mi edad, el santacrucero
Paco Nóbregas, que estaba igualmente destrozado. Con el atardecer la expedición
partió y nosotros a esperar a ver lo que pasaba.
Recuerdo muy bien que me
quedé ante aquel desierto absoluto, en medio de un silencio eterno y con una
noche de negro azabache encima perforada de infinitud de confetis blancos. Acurrucados
en el portal exterior de la Casa Forestal cercana al Portillo, a esperar el
amanecer. Con la ocasión de la lectura del libro de Tous he pensado que aquél
día yo era una "hoja en blanco" que se encontraba frete a frente con
el Pico y todo su espectacular paisaje. Imborrablemente emocionante.
Muchos interrogantes no
tuvieron la más mínima respuesta, se quedaron abiertos y pendientes: ¿qué era aquello
tan gigante?, ¿dónde me hallaba?, y allá arriba ¿qué habría, podrá existir vida?,
y todo esto de aquí abajo ¿para que se emplea?
Se pasó la noche, la
expedición regresó muy contenta pero machacados y nuestro viaje continuó por un
total de 6 días, a La Orotava, Puerto de la Cruz, Tacoronte y nuevamente desde la
Farola del Mar y en un vapor quizás el "Viera y Clavijo" o el
"La Palma", en 8 horas de viaje nocturno y en alojamiento "de
cubierta", finalmente y con la salida del sol atracábamos en el muelle de
Santa Catalina, en las aguas de La Isleta.
Cuando terminé de leerme
y estudiarme esta obra del maestro Tous —en una primera aproximación—, reflexioné
que habían transcurrido 53 años de separación de aquél tiempo y que ahora ya he
vivido una buena parte del recorrido de mi vida. Con el libro abierto ante mis ojos
y frescas las expediciones al Pico, me era interesante responder a una pregunta
curiosa: ¿qué pienso, ahora, qué es el Pico de Tenerife? Trascendiendo su gran importancia
física, todo lo particular que es abundante, lo valioso para cada ámbito de las
ciencias ..., más allá de su sobrecogedora semblanza colosal en medio de su
paisaje telúrico: después de tantos años y con lo algo que ahora pueda saber
sobre ello, me respondería que es un excepcional hito geográfico-social,
cultural y planetario, que atesora un patrimonio
sublime de la capacidad de generación de esfuerzos y de creación intelectual
del ser humano, para alcanzar nuevos conocimientos. Parecen palabras que se las
llevara el viento, pero es una verdad esencial. Y esto precisamente es lo que envuelve a todo el contenido del libro.
El coronel de Artillería
y Licenciado en Ciencias Químicas JTM nos ha engendrado esta criatura de 688 pp.
y de 215 figuras, en forma de formato manual de libro, encuadernado sin lujo.
En este caso como en
muchos otros, este libro no vale lo que pesa. Es que como producto de
conocimiento es impagable. Este trabajo de estudio y esta publicación no tienen
precio. Y sirvan para ver que no exagero, que en este abultado y dignamente
editado libro, más allá de la persona JTM sólo ha existido la imprenta
PUBLIDISA de Sevilla, que puso el papel, la tinta, la maquinaria y encuadernó.
Todo lo demás que es muchísimo es del maestro Tous, como autor-investigador
durante algo más de diez años, traductor, preparador de imágenes, financiador,
maquetador, editor, gestor, corrector y distribuidor.
Por fortuna ha contado generosamente
con su familia, con su compañera de vida María Luisa Fajardo Sánchez, con
amigos escuchadores, asesores ocasionales a los que consultar, con archivos e
instituciones cartográficas de España.
En 1958 en su capítulo
XXII, "EL VOLCÁN", la escritora Dulce Mª Loynáz Múñoz, cubana de La
habana, en su muy conocido libro "Un verano en Tenerife" escribió:
"No es fácil ya
escribir sobre el Teide, y yo desde el principio me propuse no hacerlo. ¿Qué
novedad podría contarse hoy sobre este coloso en cuya nevada cima convergen
desde tiempo inmemorial las más diversas plumas?
Geólogos, geógrafos,
viajeros, hombres de ciencia y hombres de aventura, pintores, poetas y ensayistas, cuanta gente se asisten en este
mundo de cálamo y pinceles, en llegando a su vera se han puesto a trasladar al
lienzo o al papel la impresión que el volcán dejara en ellos.
[...]
Mil metros más bajo que
el volcán japonés, su forma, sin embargo, no cede a la de aquel en elegancia:
si el Fusiyama es más esbelto, el Teide
es más redondo, más suave de línea, y ofrece sobre aquel —y creo que sobre
todos los que existen— la ventaja de erguirse sólo, esto es, limpio de
horizonte, libre de sierra y picachos adyacentes".
Pero Tous, con sus más
de 26 libros o trabajos a cuesta de temáticas muy variadas, es un autor
investigador vocacional y hoy nos regala
una obra nueva, como antología y estudio compendiador. En nuestras Islas, y
entre nuestro estudiosos, desde D. E.R. Svensson Sventenius en 1946 con su Notas
sobre la Flora de las Cañadas de Tenerife, o D. Alejandro Cioranescu en 1960
con su trabajo sobre Alejandro de Humboldt en Tenerife, o D. Telesforo
Bravo en 1962 con el suyo sobre El
Circo de las Cañadas y sus dependencias, hasta el año actual, el volumen de
trabajos sobre el Teide y la región de montaña de Tenerife ha sido muy
numeroso, tanto en el terreno de las diferentes disciplinas científicas sobre
la Naturaleza, como en las de la Historia, o en la Literatura y otros campos.
Investigadores o autores como José Luis García Pérez, Araña, Coello, Carracedo,
Herrera Piqué, González Lemus, Villalba Moreno, Hernández González, Ledesma
Alonso, Pisón y Quirantes, Sánchez García, Méndez Pérez, José Javier Hernández,
y un largo etc. han puesto sus talentos al servicio de este tema y a ellos este
libro de JTM también se suma con todo mérito científico.
"La Medida del Teide. Historia:
descripciones, erupciones y cartografía" pareciera que va a estar
mayormente dedicado al estudios de las prácticas y técnicas de la medición de
la altitud del afamado Pico de Tenerife. Y sí, es la persecución por conseguir
esa medición correcta por pate de científicos hidrógrafos y geógrafos, es el hilo
conductor externo o epidérmico que atraviesa todo el estudio. Pero es muchísimo
más. En realidad lo que este libro aborda, además de lo recién citado —con ser
muy importante en sí y por sus consecuencias—, es esa realidad tangible como
"gran montaña Pico de Tenerife" pieza de un sistema insular atlántico,
ese es para mí el objeto central de esta obra. De su lectura cabe hallar
respuestas a la cuestión de: esa elevación extraordinaria que crece desde el
mar, cómo ha contado en la historia de la Ciencia entre los siglos XV al XIX.
Por sus páginas pasan
geógrafos, marinos, geólogos, botánicos, zoólogos, hidrógrafos, meteorólogos,
ingenieros, militares, cartógrafos, arquitectos, exploradores o aventureros,
astrónomos, miembros de la realeza, mujeres, médicos, turistas, mercaderes,
etc. A cada escala o visita, con ascenso o no al Pico, se destina un aparatado
en el que se presentan datos esenciales sobre el personaje, noticia del momento
histórico, medios con los que se pudo contar, rasgos de la sociedad local,
trabajos de estudio que se efectuaron, etc. Se acompañan extractos de las
páginas donde se muestra lo que el personaje comunica, su transcripción en su
lengua original y suele concluir con concisas biografías de las figuras
destacadas.
Ello está acompañado de
ilustraciones normalmente extraídas de las mismas obras de las que los personajes
son sus autores o de Memorias y documentos visuales que por sí mismo informan
mucho y el propio Tous se encarga de poner en aviso al posible lector.
Y es que el que se
sumerja en esta obra y no le importe darse un baño de erudición, va a encontrar
a un autor que no sólo es un historiador de la Ciencia, sino que hallará a un
bibliógrafo, a un matemático, un gestor de la información documentalista, o a un
cartólogo. Son muchas las facetas que hacen al creador de este estudio uno de
nuestro actuales investigadores muy competente e importante.
¿Qué me ha gustado del
libro?
La portada, con sus
cuatro detalles gráficos de sendas obras del Regidor, del diácono, del geodesta
y del artista. Todas hablan de lo mismo, la hondura existencial que es el
Teide.
Pero me gustan las
aportaciones de distintos autores, muchas para mi ahora localizadas y
disponibles a un golpe de lectura, legibles, traducidas, etc. Un Próspero Casola, un Marmaduke Rawdon, un Fray Juan
García, un Machado Fiesco, un Quesada Chaves, un Fleurieu, un Borda, Valela y
Ulloa, un Pierre Ozonne, un Louis Bruno Gros, un Barnardo Cólogan Fallon, Un José María Siliouto y Ballester, un JJ
Williams, un Robert Eduard Alison, un Fritsch, un Hartung o un Reiss, o una
Lady Anna Brassey, o nuestra Esmeralda Cervantes, entre muchos más que me
parecen apasionastes.
Para ir terminando.
Considero que para manejar a gusto esta obra yo diría que son aconsejables dos
requisitos: procurar no tener premura de tiempo para poder reparar en los
muchísimos detalles; y cuente para una buena navegación por sus numerosos
contenidos con una brújula mental que le permita ir hacia adelante, hacer
saltos, retroceder, comparar, verificar coincidencias, relacionar imágenes,
maravillarse con los cálculos matemáticos, etc. o captar las apostillas del
autor, que las deja caer de vez en vez, sobre cómo ve cierto asunto o como
autovalora su posición científica o cómo ha conseguido llegar a tal o cual dato
revelador. Fascinante.
Para el encuentro con
este libro, que no es para profanos, a mi juicio se pueden seguir con gozo
cuatro caminos:
Trabajárselo
sesudamente, consagrándole esfuerzo, tiempo, estudiándolo y anotándolo.
Siguiendo su discurrir cronológico.
Consultarlo
puntualmente, por apartados escogidos o singularmente por autor o personaje con
la ayuda del muy valioso índice onomástico. Se puede extender en aquellas
líneas temáticas que le apetece.
Puede también meterse
en el libro a base de ojearlo a través de sus figuras o imágenes, preferible
parsimoniosamente. Por su orden cronológico mejor, o sin ninguno si le apetece,
recreándose estética e informativamente. Cada imagen nos comunica mucho y los
pie de ellas suelen tener datos y orientaciones que Tous coloca para guiarnos
en la explotación informativa del documento.
Y puede poner en
práctica esos tres usos anteriores combinadamente.
Sí; les puedo comentar
que háganlo como lo hagan, deberían quedar favorablemente desbordados una buena
parte de las veces, por todo lo interesante que hallarán y por las nuevas
ventanas que se les abrirán hacia más conocimiento a profundizar.
¡¡¡Que lo disfruten
estas Navidades y por Reyes Magos!!!
—Artillero, cartólogo e
historiador Juan Tous: gracias por regalarme la oportunidad de asistir junto a
todos ustedes esta tarde de satisfacción y descanso para su autor. Mi
reconocimiento a tu fecunda trayectoria y abundante labor creativa. Felicidades
por culminar este costoso proyecto, por cuya razón colocas en el final del
colofón del libro: Laus Deo. Te
deseo, además, que en no mucho tiempo tengas el gozo de concluir el libro,
completando la página 688 o final.
Antes de callarme, y
por si alguien pudiera oírme y conseguir que en estos tiempos la sociedad canaria
exprese un reconocimiento a la Alta Cultura y fomente presumir de ello. Ésta es
una ocasión perfecta, el caso del coronel Tous, que se presuma culturalmente de
él y se le dé el valor que corresponde a la Obra General que ha levantado a lo
largo de tantos años en Canarias, se lo merece y es de justicia.
Quiero tener todavía la esperanza de que mis
instituciones públicas y mis autoridades en este Archipiélago encontrarán el tiempo
y las ganas para materializar este reconocimiento que engrandece a estas Islas.
El timple, las papas, el juego del palo, la Virgen del Pino, el futbol, los
macroconciertos, las Noches en Blanco, etc. están bien, tienen que existir;
pero la Ciencia en Canarias debe constar en el podio más elevado que tengamos y
que nuestros convecinos sepan que sirve y es útil para traernos mucho
bienestar, pero para ello hay que facilitar el acceso hasta ella, con lo que
ello conlleva de Educación de calidad.
GRACIAS POR ESCUCHARME.
Segunda intervención:
"LA MEDIDA DEL TEIDE"
Por Eustaquio Villaba Moreno, geógrafo
Buenas tardes.
Cuando don Juan Tous me llamó
para proponerme como presentador de su libro, me sentí extraordinariamente
honrado y, por supuesto, le dije que sí, que podía contar con mi total
colaboración. Conocí a don Juan en el año 1993, entonces era presidente de la
Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) y, como tal, pedí una
entrevista con el director del recientemente creado Museo Militar de Canarias.
Atan participaba en la organización del que fue el último festival de cine
ecológico del Puerto de la Cruz, y nos encargamos de las actividades
complementarias, en concreto de los debates y de una exposición que reflejara
el papel de Canarias en la historia del conocimiento. Buscando asesoramiento y
materiales recurrimos a los museos de la isla, pero fue su colaboración la que
hizo posible que la exposición fuera un éxito. Recuerdo perfectamente el estado
de ánimo con el que acudí a la entrevista con el militar que dirigía una
institución del ejército. Vinculado a la lucha contra la dictadura desde mis
años universitarios, tenía una opinión llena de prejuicios sobre los militares
y sobre el conjunto de las Fuerzas Armadas. La primera sorpresa fue la rapidez
en contestarnos, la segunda fue conocer a don Juan Tous: quedé impactado por
sus conocimientos, su exquisita educación, su amabilidad, su disposición para
asesorarnos y para facilitar material; su aportación fue decisiva para que una
exposición organizada por una asociación conservacionista pudiera llevarse a
cabo con éxito.
Fue el comienzo de una amistad
basada en mi admiración por sus
conocimientos y sus trabajos de investigación en un área fundamental para la
historia y la geografía como es el de la cartografía. Gracias a su labor como
investigador disponemos de los mapas, grabados e imágenes elaborados por los
cartógrafos para representar las islas. Sus publicaciones no son solo valiosas
recopilaciones, incluyen detallados análisis que los convierten en pilares
fundamentales para el conocimiento histórico de las islas. Pero Juan Tous no se
ha conformado con lo mucho que ha hecho y su jubilación como director del Museo
Militar, no supuso ningún freno a su enorme curiosidad intelectual. Bastaba
picarle la curiosidad por un tema para que se interese por él y trate de
sacar la información oculta en los anaqueles de los archivos. Como conocía mi
interés por todo lo relacionado con El Teide, cuando se tropezaba con algún
documento que suponía que me podía interesar lo fotocopiaba y me lo enviaba.
Otra exposición me dio la ocasión para pedir su colaboración. Se trataba de
exponer documentación histórica, grabados, objetos y documentos históricos
sobre el conocimiento en el devenir histórico de El Teide y celebrar, además
varias conferencias sobre el Teide. Amablemente y de forma desinteresada, como
siempre, Juan Tous, fue uno de los ponentes y, para mi, la ocasión perfecta
para implicarle en un proyecto de gran envergadura como era sacar a la luz toda
la documentación sobre las medidas del Teide y las descripciones que nos han
dejado del gran volcán de Tenerife, el Guayota, de los aborígenes.
Diez años después, una década
de intensa búsqueda en archivos y bibliotecas las investigaciones de Juan Tous
cobran forma en este esplendido trabajo que, además, ha sido maquetado y
editado por el autor, lo que lo engrandece como persona y como investigador,
pero deja en mal lugar a editoriales e instituciones públicas incapaces de
apoyar un trabajo que no puede faltar en la biblioteca de cualquier amante de
la historia de Canarias. “LA MEDIDA DEL TEIDE. Historia: Descripciones,
Erupciones y Cartografía” aporta numerosa documentación inédita, nuevas
imágenes de las cumbres de Tenerife y todo ello acompañado de acertados
análisis críticos y breves, pero enjundiosas, biografías de los personajes
protagonistas. Culmina el trabajo poniendo fin a la vieja polémica que recorre
la mayor parte de los relatos: la auténtica altura del Teide y que
todavía hoy aparece con diversas alturas en los mapas y folletos turísticos.
Pidió a las instituciones que utilizaran las últimas técnicas disponibles y su
tesón se vio coronado por el trabajo realizado por Grafcan, organismo
dependiente del Gobierno de Canarias, que le “facilitaron la información
necesaria para poder decir a los cuatro vientos que el Teide mide 3.715,583
metros.”
Las seiscientas ochenta y seis
páginas están organizadas siguiendo un orden cronológico, desde las primeras
noticias conservadas de los primeros años de la ocupación europea de las islas
en los primeros años del siglo XV hasta finales del siglo XIX. Pero el hilo
conductor del tiempo no le supuso un obstáculo para destacar las distintas
miradas que viajeros, naturalistas, científicos o turistas, desde el ascenso
protagonizado por mujeres a los de geólogos, botánicos o astrónomos,
facilitando con ello a los lectores la comprensión del papel del Teide en la
historia del conocimiento.
La primera imagen impresa del
Teide fue publicada en Amsterdam en 1596, unos años antes (el autor deduce que
fue en 1588) se redactó el primera relato de una subida al Teide. Gracias a
Juan Tous podemos conocer que esta descripción de Próspero Casola ya ofrece el
guión que encontraremos en otras subidas posteriores como era la altura el
volcán, la atmósfera a esa altura, la naturaleza del roquedo, las emanaciones
gaseosas y los principales hitos del ascenso como La Estancia (posteriormente
conocida como de los ingleses), la cueva del hielo, La Rambleta o el cráter y
el Pan de Azúcar que culmina el volcán. El siglo XVII fue la centuria que vio
nacer la ciencia moderna y los relatos recogidos en este libro permite al
lector conocer que el Teide estuvo presente en esta revolución cultural y
tecnológica sobre la que se ha construido el mundo moderno. La primera sociedad
científica del mundo, la Real Sociedad de Londres, no solo habla del Teide en
sus primeras publicaciones, también es el lugar elegido para probar un nuevo
instrumento científico, el barómetro inventado por Torricelli. Pero sería en el
siglo siguiente, el de La Ilustración, cuando Canarias y en concreto, el Teide,
se convertiría en un punto clave para todas las expediciones científicas.
Comenzaría con la medición hecha por el abate Feuillée y culminaría esta etapa
Alejandro de Humboldt y, entre ellos, destaca la de Borda, autor de la mejor
medición del Teide. Toda esta información es analizada por Juan Tous con un
análisis crítico que evidencia su sólida formación científica y cartográfica.
La geología, la botánica, los
estudios atmosféricos, los astronómicos en las cumbres de la isla marcan el
siglo XIX, pero aparecen nuevas formas de ver El Teide propiciado por la
revolución de los transportes en la segunda mitad del siglo: la de los viajeros
que se sienten atraídos por su belleza, por su historia o como lugar propicio
para remediar algunas enfermedades y, por eso, El Teide también ocupa un
importante papel en el nacimiento de la industria turística. El libro recoge
los relatos de personajes claves en la historia de la ciencia, pero también el
de personajes que nos han dejado descripciones del ascenso y las emociones que
experimentaron a esas elevadas alturas.
Particularmente interesante me
parecieron –aunque esto tiene que ver mi interés por las aportaciones de los
geólogos al conocimiento del volcanismo canario– los relatos y el análisis del
autor sobre los grandes investigadores de esta rama de la ciencia. Desde el
primer estudio geológico llevado a cabo por el amigo de Humboldt, Von Buch, a
las aportaciones del padre de la geología moderna C. Lyell, pasando por los estudios
de Fritsch, Hartung y Reiss que les permitió elaborar el primer mapa geológico
de Tenerife y establecer una estratigrafía que, en sus términos generales,
sigue vigente. Este libro nos permite seguir el recorrido de las
interpretaciones geológicas, desde los cráteres de levantamiento de Von Buch,
primera teoría que trataba de explicar la formación de Las Cañadas, a la
confirmación del origen exclusivamente volcánico de Tenerife hecha por Lyell
después de haber estado en las islas. En la segunda mitad del siglo estos
mismos científicos propusieron una hipótesis sobre la formación volcánica de
Tenerife que Juan Tous ha tenido el gran acierto de incluirla en el libro pues
este trabajo sentó las bases de todos los estudios posteriores. Su explicación
sobre la formación de los valles de La Orotava y Güímar: “De la manera que
fueron depositados los productos eruptivos en diferentes épocas, derivó no tan
solo la forma general de estas regiones (en
forma de cúpula o de cumbre extendida), sino que también la formación de
depresiones entre las alturas, algunas de las cuales fueron posteriormente
rellenadas, mientras que se han conservado hasta nosotros las de Güímar, Taoro,
Icod, etc.)”. Esta hipótesis estuvo vigente hasta las postrimerías del siglo XX
cuando nuevos datos confirmaron la hipótesis de Bravo que explica estos valles
como resultado de deslizamientos gigantesco que han dejado esas grandes
cicatrices en las laderas de la isla.
Dedicar un apartado a
recopilar los ascensos al Teide protagonizado por mujeres es una clara muestra
del talante del autor y, gracias a su trabajo, podemos leer relatos tan
interesantes como el protagonizado por la concertista de arpa Clotilde Cerdá y
Bosch que llevó como nombre artístico el de Esmeralda Cervantes. Catalana de
nacimiento, hija del arquitecto que diseñó el ensanche barcelonés, quiso morir
y ser enterrada en Tenerife como nos cuenta Juan Tous en su biografía. La
emoción que sintió la concertista en la cima del Teide queda reflejada en sus
palabras: “Mis ojos se velaron y soñé. Recordé mis viajes triunfales por Europa
y América, vi flores y laureles ofrecidos por poetas y trovadores y pueblos que
aclamándome me tendían las manos para que deslizandome sobre las nubes abordase
a sus playas cariñosas.... Disperté (sic) a los cantos de mis compañeros que
dedicaban a su patria, al amor, a la felicidad y al dinero... Recogí mi
espíritu y pedí a Dios un retiro solitario, un nido oculto en la cumbre de una
montaña lejos de la envidia y la intriga, de la calumnia y la hipocresía,
pulsando mi arpa solo para Dios […] Como a una amiga querida, yo te saludo
“Teide” y te doy las gracias desde lo más hondo de mi corazón, por haber sido
el móvil que me trajo a esas islas en las que he conocido, y con tanto dolor me
separo, amigos sinceros y leales que llenarán de orgullo mi carrera artística.”
El libro incorpora un apéndice
que recoge en color una cuidada selección de las imágenes que aparecen en el
texto en blanco y negro, un apéndice con el resumen del trabajo que realizó
Grafcan para fijar su altura, un índice onomástico, algo muy útil para buscar
la información y una completa bibliografía que permite ampliar la información
acudiendo a las fuentes originales. Es, repito, una obra imprescindible, un
libro que no acumulará polvo en las bibliotecas de los que amamos al Teide y la
historia de las islas. Los diez años de trabajo han merecido la pena, a pesar
de las dificultades, de la falta de apoyo institucional, de tener que financiar
su publicación con su propio dinero, Juan Tous ha hecho una contribución
fundamental para el conocimiento histórico del Teide y de Canarias. Gracias don
Juan y gracias a todos los asistentes por acompañarnos en esta presentación.
* * *
LA MEDIDA DEL TEIDE*
Por Juan Tous Meliá
El Teide es
no sólo la máxima elevación del territorio
español y de cualquier territorio insular
del océano Atlántico, sino que también
es el tercer volcán más alto del mundo si lo medimos desde su base, situada en las
profundidades del lecho oceánico
a 7.500 m.
El Teide siempre ha estado en la mente de los isleños y ha sido descrito
por numerosos
cronistas e historiadores. Poco después de la incorporación de la isla de Tenerife a la corona
de Castilla, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo suplicaba y pedía por merced que le diese armas que
le fueron concedidas por la reina doña Juana el 23 de marzo de 1510:
«Vos doy por armas el ángel San Miguel
armado con una lança e una vandera en la una mano e un escudo en la otra e debaxo puesta una breña de que sale del alto della unas llamas de fuego que se nombra
Teidan e un león a la una parte de la dicha breña e un castillo a la otra e debaxo de la dicha breña la dicha isla de Tenerife en campo verde en la mar derredor. E todo ello puesto en un escudo
en campo amarillo con unas letras amarillas
por orla en campo colorado que dizen Michael Arcan- gel veni in adjutorium populo
Dei. Thenerife me fecit». Cuando en 1777 la recién
creada Real Sociedad Económica del País de Tenerife
convocó un concurso para elegir su Escudo, se presentaron 74 trabajos y 57 dibujos de los que 43 tenían
la imagen del Teide, entre ellas
la ganadora.
El Teide no es sólo el símbolo de la isla, forma parte del ciclo vital del isleño, quien lo considera capaz de modificar las estaciones. Los isleños
y sobre todo los que viven en el valle de La Orotava saben
que es su barómetro y lo utilizan como cabañuela.
En los últimos años, después de que fuera declarado
Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO (28 de junio de 2007),
son muchos los autores
que han recopilado textos e imágenes del
Teide publicados por los numerosos
científicos y viajeros
que nos han visitado a lo largo de varios siglos. Sin embargo, ‘casi se han olvidado’ de los que viviendo
en las islas lo han descrito
o lo
han estudiado. Cabe recordar
al regidor Francisco Machado Fiesco
(que subió al Teide en
1754), al presbítero Dámaso Quesada y Chaves, al ingeniero Manuel Hernández, al polígrafo Agustín Álvarez Rixo, al escritor
Manuel de Ossuna Saviñón, a los capitanes Juan de Velasco
y Ricardo Ruiz y
Aguilar, al farmacéutico
Cipriano Arribas, etc. La ausencia de otros expedicionarios y viajeros españoles en general e isleños en particular, no indica,
como pretenden algunos, que la corona española
haya vivido de espaldas al Teide. No debemos olvidar
que mientras que para el elevado número de expedicionarios, naturalistas y viajeros extranjeros dejó escritas sus vivencias por lo extraordinario que era para ellos, para los nacionales entraba dentro de lo natural
y rutinario y sus experiencias no pasaron de la tradición
verbal o fueron llevadas a la pluma muchos años después. El lector puede
comprobar si las palabra de George Glas en su conocido
libro Descripción de las islas
Canarias (1764) son precisas o no son más una intuición
que adquirió del contacto con los habitantes
de las Islas, especialmente en los ambientes
cultos e ilustrados: «nadie hace este viaje sino los extranjeros y algunas pobres gentes de la isla, que se ganan la vida recogiendo azufre; los españoles
acomodados, no tienen curiosidades de este tipo».
Mi trabajo sobre el Teide debería haber salido a la luz en el año 2005, poco después de la fecha
en que pronuncié la conferencia con el título «El Teide en la cartografía del siglo XVIII», el 14 de diciembre de 2004, dentro
del ciclo: El Teide en el siglo de la Ilustración, que se celebró los días 14 a 17 del citado mes y año, en la ermita de San Miguel, de San Cristóbal de La Laguna.
No fue posible. Una serie de circunstancias lo impidió. Quizá la
más importante fue que me faltaba información para que tuviera el rigor que se debe
exigir a un tema tan conocido
como éste. El tiempo
transcurrido me ha permitido darle un nuevo enfoque
al trabajo, ampliando el horizonte del Teide para
dar cabida a su historia.
Esta circunstancia me
ha obligado a buscar un
nuevo título para el trabajo. Para darle ese nuevo enfoque
me
ha sido muy útil una nueva herramienta:
Internet. Al utilizar el buscador para localizar la palabra
«Teide», al momento aparecen
más de 6.600.000 resultados y sin embargo, si la pregunta
es «La medida del Teide» sólo aparecía una vez y precisamente en un trabajo
que preparé el 28 de septiembre de 2001: Los
Jardines de Franchi y la medida del Teide. No tuve duda, ese sería el título principal de mi nuevo libro, al que le he añadido el subtítulo «Historia: descripciones, erupciones
y cartografía».
La
obra ha quedado estructurada
en seis grandes apartados:
SIGLOS XV, XVI Y XVII. Con las referencias que figuran en las crónicas, entre ellas la erupción del Teide que vio Cristóbal
Colón, el Teide como faro de carrera de Indias y la concesión de escudo a la isla de Tenerife. Además, incluye las citas de los primeros cronistas y las sensaciones de los
pioneros que contemplaron las islas
desde la cima.
SIGLO XVIII. LA MEDIDA DEL TEIDE. Se inicia con la erupción de Garachico de 1706. De la que Daniel Fernández
Galván me
facilitó una impresionante vista ‘casi inédita’. Se relacionan los científicos que de forma directa
intervinieron en la medición
del Teide y se analizan
y desmenuzan las fórmulas y los cálculos matemáticos que realizaron. Se destaca la visita de
Borda y Varela de 1776.
En algún caso se ha escrito
una breve reseña biográfica de los personajes menos conocidos; no obstante, he tratado con más extensión a Louis Gros, con ánimo
de reivindicar su personalidad. También ocupa un lugar importante
la visita de Humboldt, al que rindo homenaje publicando el «Cuadro Físico de las Islas Canarias. Geografía de las Plantas de Tenerife». Humboldt
por motivos que el mismo explica no pudo medir el Teide y al regreso del viaje
estudió a todos los científicos que lo habían medido, principalmente a Borda y
Varela, al citar a este último dice: «Ignoro por cuál fórmula encuentra el Sr. Varela
para la primera estación , 534 toesas; para la segunda, 1.531 toesas; para la
tercera , 1.780 toesas; para la cuarta, 1.864 toesas; y para la quinta 1.940
toesas», el diario de Varela, que no consultó Humboldt nos da la respuesta,
diciendo que utilizó la fórmula de Deluc y la aplica mediante una regla a
manera de la cuenta de la vieja.
LA ERUPCIÓN DE CHAHORRA
DEL 9 DE JUNIO 1798. Es uno de los temas cuya recopilación frenó el trabajo, pues no conseguía localizar las numerosas
descripciones que se redactaron, de las que
presumía su existencia, aunque
sólo fuera una intuición; afortunadamente esta intuición se ha convertido en realidad.
Tuve la fortuna de localizar dos descripciones, una anónima titulada Razon
del viage que se hizo á la cumbre con el motivo de observar el volcan que abrió
el dia 9 de Junio de 1798 á las 8 y media de la noche en la montaña que unos
llaman Chajorra, otros de Venge, y por la parte del N. tiene el nombre de
montaña de los Cedros, en las inmediaciones del Teide y otra posiblemente escrita por Pedro
de Franchi y Mesa, titulada Relación de la espedicion al volcan reventado en
la noche del 8 al 9 de junio de 1798 en la montaña conocida por Vermeja,
Colorada, Veja, Chahorra y tambien Pico Viejo, por los Sres. D. Pedro de
Franchi y Mesa, D. Juan Antonio Perdomo, Dr. en medicina, D. Luis Paulino de la
Cruz y D. Francisco Felipe de Lugo, salidos del Puerto de la Orotava el 2 de
julio á la una y cuarto de la madrugada, que iba acompañada de tres dibujos realizados por Luis Paulino
de la Cruz.
VISTA DEL VOLCAN DE CHAHORRA DESDE EL SUD-OEST DEL TEIDE. AL FONDO LA
CORDILLERA DE GUAJARA: ROQUE EL ALMENDRO, LA SOMBRERA, R. UCANCA Y LA
MAGDALENA, SEGUN EL BOCETO QUE PRESUNTAMENTE REALIZO LUIS DE LA CRUZ, EL 3 DE
JULIO DE 1798. EL PUNTO DE VISTA SE LOCALIZÓ EN EL SENDERO Nº 9 A UN CENTENAR
DE METROS DEL MIRADOR DEL PICO VIEJO. Colección Antonio de Lorenzo-Caceres
Torres
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX.
Después de la visita de Humboldt y de la publicación de su
Voyage fueron muchos los científicos que se interesaron
por las islas Canarias y en particular por el
Teide. Aunque se siguieron
haciendo medidas del Teide, se consideró superada
esa tarea y se
iniciaron otros estudios
científicos relacionados con la geología, la botánica, la medicina, la climatología,
etc. Cabe destacar la medida de von
Buch y Smith de 1815, los primeros estudios meteorológicos sistemáticos de
Robert Edward Alison, entre principios de julio de 1827 y mediados de 1828; los
trabajos de Webb y Berthelot, así como las medidas efectuadas por Daniel Jay
Browne entre septiembre y octubre de 1833, una trigonométrica y la otra basada
en la propiedad de que el punto de ebullición
varía en función de la altura y de la temperatura del aire.
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. En ese apartado, además de continuar con el relato
de muchos de sus visitantes, he incluido unas pequeñas pinceladas, como El Teide y la prensa, El Teide y
la ciencia, El Teide y el clima, El Teide y la
mujer o algunas visitas reales. Son de destacar el estudio de los vientos alisios y contralisios desde
el pico Teide de von Fritsch de 1862, el estudio del clima desde el punto de
vista terapéutico en lo alto del Teide de Marcet en 1878, el estudio de las
nubes de Abercromby en 1887, el estudio del espectro solar en el Teide, el
descubrimiento del Lagarto y sus excursiones por las islas durante los veranos
de 1888, 1889 y 1890 de Oscar Simony y la medida de la intensidad de la
radiación de Ángström en 1895.
LA MEDIDA
ACTUAL DEL TEIDE.
El 1 de abril de
1983 el Instituto Geográfico Nacional (IGN), procedió a medir el Teide con
técnicas de observación angular de precisión (ficha nº 109401, hoja nº 1094);
para ello construyó un nuevo pilar en el punto más alto para que sirviera de
vértice geodésico, el resultado fue: 3.715,4 metros, con un margen de error de
medio metro. La medida tomó como referencia el nivel medio del mar (cero
ortométrico) calculado con los datos que proporcionó el mareógrafo que el IGN tenía
en el puerto de Santa Cruz de Tenerife desde hacía 50 años, heredero del que
instaló la Casa Hamilton el 26 de septiembre de 1856; para fijar el cero
ortométrico se utilizaron los datos correspondientes a los diez últimos años
para compensar los ciclos solares y lunares y para absorber los errores de
lectura. Según el mareógrafo, el Teide era 1,4 metros más alto en la bajamar
(3.716,8 m) y 1,4 metros más bajo en la pleamar (3.714 m). El IGN hacía hincapié
en que la altura variaba con un margen de centímetros década a década. Poco
después, el mismo año, el vértice fue destruido por desconocidos, lo que
impidió realizar medidas con las nuevas técnicas del GPS (sistema de
posicionamiento global por satélite). Después del acto vandálico el IGN
construyó el 1 de octubre de 1994 un nuevo vértice geodésico, en forma de losa
de hormigón con centrado forzoso, situándolo en la parte Oeste del cráter, en
una pequeña zona horizontal algo más bajo que el punto más alto. Una vez
realizadas las observaciones por técnicas GPS, y efectuados los cálculos
compensatorios dieron una altitud sobre el nivel medio del mar en el muelle de
Santa Cruz de 3.707,250 metros (base del pilar), en vigor a partir del 28 de
noviembre de 2004 [En los mapa del IGN figura Teide 3707 y la máxima altura
3718]. Esta medida aunque, según el IGN
es válida, no pertenecía al punto más alto del cráter. Para conocer la altitud
exacta hacía falta una nivelación de precisión entre la base y el punto más
alto, tarea que quedó pendiente. Ante la posibilidad de no poder saber
exactamente cuánto mide el Teide me puse en contacto con el IGN de Canarias,
para que me aclararan algunas dudas y sobre la posibilidad de que se realizara
la medición; el 27 de junio de 2011 recibí contestación a cuantas dudas tenía y
me anunciaron que se descartaba la nivelación geométrica de precisión por la
tremenda dificultad, pienso que se refería a una nivelación completa. Además,
me explicaron que la información que proporcionan las Reseñas de Vértices Geodésicos hacen referencia a valores
observados y calculados sobre esas mismas señales geodésicas que en muchos
casos no tienen porque corresponderse con el punto más alto del monte donde se
ubican como así sucede con éste del Teide. Poco después contacté con Grafcan, para saber
cuánto medía exactamente el Teide; muy amablemente me explicaron que había una
laguna, que el IGN ya conocía; pues faltaba el incremento de cota entre la base
del pilar y el punto más alto, y me anunciaron que estaban dispuestos a medir
el tramo que faltaba. Fruto de esas conversaciones fue la decisión que tomó
Bernardo Pizarro Hernández entonces Director General de Grafcan de acceder a
medir el incremento de altitud entre la base del IGN y la cima del Pico. La
medición fue dirigida por Juan Manuel Poveda Suárez como Director Técnico de la
Oficina, auxiliado por Juan Pedro Rodríguez Suárez, Juan Vicente González
Barrera, y Óliver Hernández Vargas. El señor Poveda a instancias del señor
Pizarro me facilitó una copia de los trabajos realizados que lleva por título: Cálculo de la Altitud Elipsoidal (h) del
punto más alto del Pico del Teide, desde las estaciones GNSS de la red
geodésica activa del Gobierno de Canarias (REPCAN) y el Vértice geodésico Teide
GPS perteneciente a la Red Geodésica pasiva del Instituto Geográfico Nacional
(IGN).
ROCA
MÁS ALTA DEL PICO DEL TEIDE DONDE SE SITUÓ EL GPS. AL FONDO SU FAMOSA SOMBRA.
FOTOGRAFÍA TOMADA AL AMANECER DEL SÁBADO
3 DE DICIEMBRE DE 2011. Imagen facilitada por Grafcan
El día dos de diciembre de 2011,
desde el aparcamiento situado en el PK-40,600 de la carretera TF-21, que se
dirige a Boca Tauce, realizaron el ascenso hacia el Pico Teide por el Sendero
de Montaña Blanca. Tras una subida de dos horas y media con todo el
equipamiento y aparejos, pernoctaron en el Refugio de Altavista, con la
intención de realizar la subida final al Pico Teide a primera hora del sábado.
En la mañana del día tres de diciembre, se partió desde el Refugio de Altavista
hacia la cumbre del Teide, alcanzando el Pico tras hora y cuarto de camino. Las
observaciones de campo se llevaron a cabo de la manera siguiente: Se
estacionaron dos equipos GPS, uno en el Vértice Geodésico TEIDE GPS, y otro en
la roca más alta del Pico del Teide, cumpliendo los requisitos técnicos
previstos en este tipo de trabajos. Por otro lado, desde las Estaciones GNSS de
Santiago del Teide (STEI), San Miguel de Abona (SNMG) y Grafcan (GRAF) se
recopilaron los datos RINEX en el intervalo horario en el que fueron
posicionados los equipos GPS, en el punto más alto del Pico y en el Vértice
Geodésico del Teide, para efectuar posteriormente el cálculo de las
coordenadas. El
cálculo de la Altura Elipsoidal dio un valor h = 3.763,8263 m que permite, aplicando las correcciones de la Ondulación
obtenidas a través del Modelo de Geoide EGM08 del IGN, calcular la Altitud Ortométrica:
3.715,583 m
A pesar de ser la
montaña más alta de España el Teide no tiene ni hito, ni placa, pues ésta está
situada a 3707,250 metros es decir algo más de 8 m más baja. Mi propuesta es
que se construya un prisma cúbico con el hito reglamentario que tienen los
vértices geodésicos y al ser históricamente el faro del Atlántico que guiaba a
los navegantes en la antigüedad
iluminarlo con un gran LED alimentado con energía solar.
Propuesta de placa, con la actual medida,
que debería figurar en el hito del Teide
* Para saber más
véase mi libro La Medida del Teide.
Historia: Descripciones, Erupciones y Cartografía. 30 de septiembre de
2015. ISBN: 978-84-608-2622-4.
[Publicado
en El Día (La Prensa), el domingo 27 de diciembre de 2015].
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